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Hoy, 04/11/2016, con 97 países ratificantes, entra en vigor El Acuerdo de París. La COP22 en Marruecos, denominada la «COP de la implementación», empieza en pocos días. Desde TierrActiva Perú, exigimos ir más allá de la celebración: que la COP22 sea un momento para exigir mayor ambición, mayor financiamiento, mayor acción, y también mayor vigilancia y presión ciudadana.

¿Por qué?

Recordemos que el Acuerdo de París obliga a los países ratificantes a establecer metas para cumplir el objetivo de limitar el calentamiento global a los 2 grados centígrados por sobre niveles pre-industriales, con esfuerzos para limitarlo a los 1.5 grados – pero no obliga a cumplir dichas metas.

Necesitamos mantenernos vigilantes de las acciones que toman nuestros gobiernos.

Recordemos además que en el mismo contexto en que se ratifica el Acuerdo de París, los gobiernos buscan ratificar acuerdos comerciales como el TPP (Tratado Trans-Pacífico), TISA y TTIP, que no contemplan mayores acciones para reducir el impacto ambiental del actual sistema de producción y consumo – y que sí conllevan sanciones legales si no se cumplen. Hemos visto ya cómo similares acuerdos comerciales han permitido a empresas demandar a los Estados por imponer límites y condiciones a su actividad contaminante.

No debemos perder de vista cómo el Acuerdo de París encaja con los tratados internacionales que nuestros gobiernos negocian en paralelo.

Recordemos también que el Acuerdo de París tiene una estructura de abajo hacia arriba: es decir, permite que cada país establezca sus propias metas de reducción de emisiones. Esto baja la valla de participación – con un compromiso mínimo, cualquier país puede participar. En otras palabras, permite que los países puedan comprometerse a reducciones muy por debajo de sus responsabilidades históricas y su justa parte. Esto lleva a que la suma de los compromisos no acate el límite acordado: los compromisos actuales bajo el Acuerdo de París nos llevan a un mundo que será de 2.9 a 3.4 grados más caliente que niveles pre-industriales.

Necesitamos tomar y exigir que se tomen acciones mucho más ambiciosas, si queremos evitar los peores estragos de la crisis climática.

El Acuerdo de París señala que los países deben guiar sus acciones de acuerdo a la mejor ciencia disponible. La ciencia ya nos está diciendo que el tiempo se está agotando – según el Secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas de Cambio Climático (CMNUCC), al paso y nivel de compromiso actual, habremos llegado a los 1.5 grados tan pronto como el año 2025. Sí, el 2025.

Según el Acuerdo de París, los países recién actualizarán y aumentarán sus compromisos en el año 2020. Sin embargo, queda claro que no podemos esperar al 2020 para aumentar las metas y las acciones a tomar.

Para esto, no olvidemos que entre ahora y el 2020 sigue en pie el segundo periodo del Protocolo de Kioto, o la Enmienda de Doha, que exige a los países más industrializados reducir sus emisiones. Este compromiso, en medio de la negociación y celebración por el Acuerdo de París, ha quedado relegado a un segundo plano – por no decir, en el olvido.

No podemos permitir que los países sigan dejando de lado la acción pre-2020.

Para poder lograr las metas de reducción, la construcción de capacidades, la transferencia tecnológica, y el financiamiento son y serán claves. Según el Acuerdo de París, los países más desarrollados deben aportar 100 billones de dólares para el financiamiento climático global al año al 2020, y elevar la cantidad antes del 2025. Sin embargo, diversos estudios demuestran que esta cantidad es enormemente insuficiente: la Agencia Internacional de Energía, por ejemplo, calcula que sólo los cambios necesarios para reducir las emisiones de la infraestructura energética e industrial costarían 375 billones al año al 2020. El PNUMA calcula que para la adaptación a los estragos del cambio climático, se necesitarían entre 140 y 300 billones de dólares al año al 2030. Teniendo en cuenta que el financiamiento climático debe cubrir gastos de mitigación Y adaptación, así como de pérdidas y daños -aquellos impactos del cambio climático a los cuales no nos podemos adaptar-, queda claro que urge que los países reconsideren sus prioridades presupuestales (sí, como los billones que van hacia financiar el complejo industrial militar global).

No debemos dejar de exigir que los países más desarrollados, e históricamente responsables por el calentamiento global, aporten su justa parte hacia los fondos de financiamiento climático.

 

La COP22 empieza en pocos días. Nuestros gobiernos acudirán para seguir negociando los detalles del Acuerdo de París, cuyos reglamentos y mecanismos de implementación todavía no han sido establecidos. Aún hay un largo camino por recorrer. Ante la urgencia de actuar, ante el riesgo de las falsas soluciones, ante la necesidad de resguardar los derechos humanos y la participación ciudadana en decisiones que atañen a nuestro futuro colectivo – no bajemos la guardia.

Sigamos luchando por un presente y un futuro posibles, justos y abundantes con la vida. 

#AcciónNoPalabras #CambioSistémicoNoClimático